Según varios estudios, España es uno de los países de Europa en el que más deberes llevan los niños a casa después de clase. Las naciones punteras en educación de nuestro continente, tales como Dinamarca, Suecia o Finlandia suelen evitar asignar tareas extraescolares a los niños, que dedican ese tiempo a actividades deportivas o formativas de otro tipo, pero en ningún caso a reforzar lo aprendido en clase realizando tareas en casa asignadas por el profesor.
Una de los principales problemas educativos con los que contamos en nuestro país es que el profesor tiende a inhibirse en la tarea de formación y asimilación de conceptos por parte del alumno, de tal forma que la lección muchas veces es simplemente leída para después realizar ejercicios en casa y corregirlos al día siguiente en clase. De este modo, la explicación de las materias apenas adquiere peso en el global de la educación y por consiguiente los alumnos muchas veces se pierden y se ven obligados a buscar ayuda en sus padres y en profesores particulares y auxiliares.
Son muchos los expertos que opinan que es preciso trabajar de una forma más intensa y eficiente en clase con los alumnos a cambio de dejarles las tardes libres para refrescar la mente realizando otras actividades complementarias y amenas. Saturar a los niños con deberes únicamente trae consigo que el alumno se bloquee y contemple la tarea como un sufrimiento que debe padecer y que realizar de forma automática, en solitario, y sin prestar atención. De este modo, no se da un aprendizaje real y se pierde posteriormente demasiado tiempo con la corrección de los ejercicios, en vez de emplearlo en explicar la lección y hacer que el niño digiera la teoría y la práctica de un modo más liviano y efectivo.
Urge por tanto replantear el papel del profesor en el proceso educativo y en la gestión de los contenidos educativos, pues está demostrado que aquellas materias que conllevan menos deberes en casa para los alumnos son las que ofrecen notas más altas y resultados positivos más palpables en los niños.