Los beneficios de los deportes de equipo son mencionados y alabados por multitud de expertos que consideran que el mejor modo de divertirse, aprender y formarse como persona es realizar actividades deportivas junto a otros niños que luchan por un mismo objetivo junto a ellos y que ayudan a fomentar valores tales como la solidaridad, el altruismo y la sociabilización. Sin embargo, muchas veces se infravaloran los beneficios de los deportes individuales, que a pesar de no contar con la integración que ofrece un equipo, cuenta con otros muchos aspectos positivos igualmente importantes.
Así, es necesario ver los deportes no solo como una actividad social, sino también como un modo de desarrollar diversas actitudes en nuestros hijos. Así, la capacidad de sacrificio y esfuerzo suele ser mayor en deportes tales como tenis, kárate o natación que en otros como fútbol o baloncesto, ya que en los primeros el niño depende de sí mismo para conseguir los objetivos y vencer a su rival, mientras que en los deportes colectivos muchas veces destacan los que mejor técnica poseen, provocando que el resto de infantes se refugien o se oculten bajo la calidad de esos niños más privilegiados en cuanto a cualidades técnicas.
Además, los deportes individuales ayudan al niño a conocerse a sí mismo, a observar con emoción sus progresos, y sobre todo a empezar a competir bajo la mirada o la lupa del resto, algo que ayuda a que nuestros hijos de desinhiban y den un paso adelante en situaciones difíciles en lugar de esconderse o pasar desapercibidos. La vida resulta competitiva y es necesario ir preparando a nuestros hijos para dicha situación, aunque es cierto que hay que hacerlo de forma amena, dinámica y sin presión. Muchas veces los padres quieren que sus hijos sean los mejores y esos problemas se dan sobre todo en deportes individuales, sin embargo éste es un aspecto negativo que han de controlar los adultos, no los niños.