Que el deporte es saludable y más que aconsejable para el desarrollo físico y motor de los niños nadie lo discute. Tampoco que favorece el desarrollo emocional, aunque este aspecto es mucho más desconocido por los padres, aunque sus hijos practiquen algún tipo de deporte.
El ejercicio físico aporta infinidad de valores, de vivencias, de sensaciones que enriquecen a los más pequeños y les ayudan a adaptarse al entorno, a crecer como personas y a interactuar con los demás. Por eso el deporte ejercita no solo el cuerpo, sino también la mente y las emociones.
La actividad deportiva es un entretenimiento para los niños y no hay que olvidar que el juego en etapas tempranas de la vida es esencial para el desarrollo del menor y de su percepción de la realidad. Por eso es tan importante elegir siempre un deporte con el que el niño se sienta identificado, que le guste, en el que se sienta a gusto.
Además, es una excelente forma de que se relacione con otros niños, algo que mejorará sus capacidades sociales y elevará su autoestima. De hecho, existen estudios que indican que los menores que practican algún tipo de deporte, sobre todo en equipo, tienen una mejor integración social.
Aprenden además, lecciones de vida y actitudes muy importantes como el espíritu de equipo y el compañerismo. No solo eso, sino que el deporte les enseña también a canalizar su frustración, porque no siempre se gana, y a intentar superarse así mismo constantemente. Lecciones que en su vida adulta le serán, sin duda, de gran utilidad.
Aún hay más aspectos que relacionan el deporte con la salud y el desarrollo emocional de los niños. Por un lado, favorece el descanso y el sueño, tan necesario para su correcto crecimiento. Y, por otro, reduce el riesgo de que al crecer adquieran hábitos poco saludables como es el consumo de alcohol o tabaco.