En la lectura para niños, al igual que en la mayoría de actividades y materias recomendables para ellos, es preciso no obligar al infante a la realización de la misma. Debe partir del propio zagal la idea de comenzar dicha aventura, ya que sólo cuando son ellos los que toman decisiones dicha actividad suele alargarse en el tiempo y perpetuarse. Es necesario que la lectura no sea vista como algo pesado que el niño debe hacer a la fuerza, sino como un juego o entretenimiento con el que disfrute y que posteriormente comparta con sus compañeros y familiares.
Y es que es sumamente importante que el niño encuentre una motivación a la hora de leer, algo para lo que es clave que los libros que le proporcionemos sean adecuados para su edad y traten sobre una temática que le sea cercana y atractiva. Muchas veces, los padres intentan que sus hijos lean contenidos prestigiosos pero demasiado pesados para ellos con la excusa de que resultan instructivos. No es ese el proceso que se debe llevar a cabo ya que si el niño se cansa de la lectura y le obligamos a seguir, volveremos a caer en los errores antes mencionados. Es básico que el infante sea el que desee continuar y finalizar la lectura de forma satisfactoria e ilusionante.
Así, muchas veces la clave reside en compatibilizar la lectura con otras actividades más amenas y dinámicas, como por ejemplo el ejercicio físico o los videojuegos. Una vez saciado ese espíritu de ocio, el niño estará más abierto a coger un libro y a centrar toda su atención en él, sin que se le marquen tiempos determinados sino únicamente dependiendo de lo que disfrute el niño con el texto en sus manos.
Por último, es clave compartir con el niño las conclusiones extraídas de la lectura y conversar con él acerca de lo que ha leído, puesto que dicha actitud le transmite que leer es algo importante que conlleva resultados, permitiéndole además tener un tema de conversación con chicos de su edad y con adultos.